Soy de UGT desde hace mucho. He tenido y tengo
responsabilidades, y además, en lugar de dar clase, mi tiempo y conocimientos
los dedico al sindicato. ¡¡Perdón!!.
Pues bien, estoy muy sentido y muy cabreado (indignado a
secas).
Sentido porque me consta que hay muchos compañeros, entre
los que me encuentro, que lo están pasando mal. Cabreado porque aprecio que mi
sindicato no está dando respuestas convincentes.
Sentido porque el trabajo de mucha gente está en entredicho,
cuestionado. Durante muchos años se han
esforzado en mejorar las condiciones laborales del personal con un denominador
común, unas ideas solidarias(ideología real) de mejora del bien común. Cabreado
porque el sindicato en el que milito es una organización con muchos
responsables timoratos, que paradójicamente parece que están asustados, y en
muchos casos, rayan la ineptitud.
Sentido porque no se separa el trigo de la paja y cabreado
porque intuyo que este trabajo, distinguir entre la verdad y la mentira, lo van
a hacer los otros.
Y sentido, muy sentido, porque el crédito personal y
sindical, el orgullo a pertenecer a un sindicato de clase, está en entredicho.
Y cabreado porque muchos de este sindicato se han empeñado en que esto ocurra y
parece que realmente nadie hace nada. Da la sensación que hay muchos
responsables pero poca responsabilidad.
En fin, soy de UGT y pienso seguir siéndolo.
Eso sí, espero que los dirigentes de mi sindicato los que
hasta ahora han dado muchas lecciones, se apliquen y den las respuestas
oportunas, clarifiquen lo necesario y actúen debidamente.
Deben entender que muchos trabajadores y ciudadanos
necesitan referentes éticos. Y la UGT lo ha sido.
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