El momento actual, crisis social en toda regla, está resaltando
con intensidad la diferencia ideológica entre la izquierda y la derecha en lo
relativo a los logros y mejoras sociales.
En este maravilloso sistema conviven posiciones antagónicas.
Unos piensan que lo natural es que existan diferencias sociales, eso sí
negociables (las derechas). Otros piensan que la sociedad debe ser globalmente
justa y la igualdad de oportunidades debe ser universal (las izquierdas).
Hoy en día, reiteradamente nos hacemos una pregunta, en mi
opinión intrínsecamente perversa por deformar la realidad.
¿La derecha quiere cargarse la educación y sanidad pública?
Parece que lo importante es que la respuesta sea SÍ o NO. Ahí
está el peligro.
Por supuesto que NO quieren cargarse, ni la educación ni la
sanidad pública. No les interesa.
Cuidado, que la respuesta sea NO, no nos debe motivar el
bajar la guardia.
Lo que esta gente pretende es dejar una educación y sanidad
de mínimos: Como hacemos cuando contratamos el seguro obligatorio del coche.
Nos interesa asegurar alguna cobertura más, aunque nos cueste dinero, porque lo
consideramos valioso.
Lo que pretenden es una estructura pública dependiente. Que
sea universal pero que le falte algo para llegar a la suficiencia. Y ese algo
debe complementarse con dinero pagado por nosotros a empresas privadas con
ánimo de lucro (negocio mondo y lirondo).
Este es el modelo: Universal pero dependiente. Gratuito en
lo básico, pero costoso en lo complementario.
Si quieres que tus hijos tengan una educación de calidad,
debes complementar la que te ofrecen gratuitamente.
Si quieres una cobertura sanitaria suficiente, de calidad y que
contemple todos los supuestos, la debes complementar con un seguro privado.
Así que, no podemos cejar en nuestro empeño en la defensa de
lo público. Hay que apretar cada vez más.
Nos la jugamos nosotros, no ellos.
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